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Anuncia cierre el Café Canela por Patricia Mejía
Existen locales que forman parte del acontecer texcocano y uno de ellos sin duda fue el Café Canela.
Un negocio familiar ubicado sobre la calle de Guerrero. Pequeño y cálido donde cuando tenías antojo de una rebanada de pastel casero era la primera opción.
En lo particular me gustaban las tortas de pollo y las enchiladas verdes.
Treinta años se dicen fácil pero fueron toda una vida de esfuerzo cotidiano, de enfrentarse a lo que significa tristemente para los texcocanos la calle de Guerrero; una zona de antros donde prolifera el vicio, no dejan dormir a los vecinos, les vomitan y orinan las aceras y les invaden los lugares de estacionamiento.
El Café Canela fue testigo de luchas campales de botellas que volaban en la madrugada cuando los pleitos entre alcohólicos se salían de control. De hecho, por testimonio del dueño un día hasta un balazo traspasó una de sus ventanas, pues vive arriba del establecimiento.
A pesar de las noches de fin de semana, a veces sin poder dormir, al día siguiente limpiaban y abrían para recibir a la clientela con una sonrisa y el sabor casero de sus platillos.
Cae una cortina, y con ella el cierre de un ciclo de almuerzos y de tardes de café.
Nuestro único consuelo será que dejaron la opción de venta de pasteles, donde en cada rebanada suspiraremos con nostalgia por las conversaciones en un ambiente como de hogar.
Fotografía: Toño Pastrana
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